MARIO VARGAS LLOSA, LO RECORDAREMOS SIEMPRE…

Llegamos felices a Lima en noviembre de 1989 íbamos muy entusiasmados, sabíamos ya que seríamos vecinos de Mario Vargas Llosa. Tenía su casa en Barranco frente a la residencia de la embajada de México. Edgardo había conocido Lima muy joven. Yo, la conocía y la quería através de los libros favoritos de mi primera juventud: Los Cachorros, La ciudad y los perros,Conversación en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el Escribidor, Kathie y el hipopótamo. A principios de los 70’s descubrí Los Cachorros y la Ciudad y los perros, lecturas suficientes para convertirme en lectora apasionada de Vargas Llosa. A la fecha, siempre ha sido mi escritor predilecto. Por sus letras quiero y admiro al Perú y nunca me he separado de la Literatura. Image

Era  julio de 1989 cuando el secretario de Relaciones Exteriores, Fernando Solana le propuso a Edgardo Flores Rivas, mi esposo, dejar la dirección general de Asuntos Consulares e irse como embajador a Perú. Un sueño que se hacía realidad pero que tuvimos que guardar, unos dias, con mucha discreción. Había que pedir el beneplácito y esperar respuesta. Fue hasta los primeros días de septiembre que el nombramiento tuvo oficialidad y comenzamos todos los preparativos para nuestra llegada a Lima. Comenzaron las despedidas oficiales y de amigos, la comparecencia ante el Congreso, las visitas a empresarios, la despedida de la embajada de Perú en México. Era la época de Carlos Salinas de Gortari y había cierta tensión política entre los dos países, Mario Vargas Llosa había declarado que México era la Dictadura Perfecta, reto para el embajador Flores Rivas.

 

Llegamos felices a Lima en noviembre de 1989 íbamos muy entusiasmados, sabíamos ya que seríamos vecinos de Mario Vargas Llosa. Tenía su casa en Barranco frente a la residencia de la embajada de México. Edgardo había conocido Lima muy joven. Yo, la conocía y la quería através de los libros favoritos de mi primera juventud: Los Cachorros, La ciudad y los perros,Conversación en la Catedral, Pantaleón y las visitadoras, La tía Julia y el Escribidor, Kathie y el hipopótamo. A principios de los 70’s descubrí Los Cachorros y la Ciudad y los perros, lecturas suficientes para convertirme en lectora apasionada de Vargas Llosa. A la fecha, siempre ha sido mi escritor predilecto. Por sus letras quiero y admiro al Perú y nunca me he separado de la Literatura.

 

Para mi era una gran ilusión ver y disfrutar en cuerpo y alma: la tiendecita blanca, sus cortaditos y sus deliciosos tiraditos.  Caminar por Miraflores, escuchar en las peñas de Barranco la música de Chabuca Granda, pasar frente al colegio militar Leoncio Prado, buscar la Universidad Mayor de San Marcos. Todo ese Perú que años atrás había conocido y disfrutado tan a fondo en los libros de Vargas Llosa.

 

Sin conocerlos sabía perfectamente quiénes eran Lucho Llosa y doña Olga, Patricia su esposa. Viví con pasión su gran amor con Julia Urquidi, lo disfruté letra por letra dándole vuelo a la ilusión y al amor

 

Cuando llegamos a Lima Mario Vargas Llosa ya había anunciado su candidatura a la presidencia de Perú por el FREDEMO, coalición de varios partidos políticos de corte liberal y conservador, integrada por el Partido Popular Cristiano; Movimiento Libertad fundado desde 1987 por el propio Vargas Llosa y Acción Popular encabezada por el gran político,

Fernando Belaunde Terry.

 

Lima en aquellos años era una efervescencia política incomparable. En la primera quincena de diciembre le dieron a Edgardo la cita para presentarle al presidente Alan García sus cartas credenciales. Ya como embajador oficial de México en el Perú comenzó la etapa más significativa de nuestra carrera diplomática. Aprendimos de política lo que nunca imaginamos. Nos codeamos con todos los grandes políticos peruanos aspirando su sabiduría. Fueron días inolvidables, días profundos y trascendentes.

 

Todo apuntaba como que el próximo presidente de Perú sería Mario Vargas Llosa. Iba a gobernar un país convulso donde los grupos guerrilleros, Sendero Luminoso y el MRTA eran los temas de cada día. Había grandes esperanzas de que cuando Vargas Llosa llegara al poder acabara con esa insurrección

 

Edgardo inmediatamente pidió cita por el camino oficial. Era muy importante conocerlo en persona y hablarle de México. No le daban la entrevista y como el que espera desespera. Tuvimos que aprovechar nuestra cercanía de vecinos. El personal de servicio era una familia compartida por la residencia de la embajada y la casa de don Mario y Patricia. Marina se ocupaba de la cocina de la embajada y doña Zuni de los salones. Ellas eran hija y esposa de don Jorge Braulio, el mayordomo de don Mario. Un buen día el papá de Marina andaba en la residencia de la embajada platicando con su esposa e hija cuando llegábamos de un evento protocolar y nos saluda muy afectuoso. Edgardo le dice, cómo va don Mario y contesta don Jorge, no lo ha ido usted a saludar? Edgardo le contesta: ya pedimos la cita pero no me la han dado. Inmediatamente dice don Jorge, le voy a comentar a don Mario. Cuál sería nuestra sorpresa, en menos de una hora regresó don Jorge y con una cara de lo logramos le dice a Edgardo: Dice don Mario que si se quiere ir a tomar, ahorita un café con él, está desocupado. Uyyyy feliz le contestó:  Dígale por favor a Mario que voy para allá.

Una plática muy amigable en donde las primeras palabras fueron: Embajador sepa usted que yo soy un gran amigo y admirador de México. Tengo grandes amigos mexicanos. Cuenten usted y su gobierno con la certeza de que si llegara yo a la presidencia del Perú tendrán en mi siempre a un amigo. Con esas palabras de entrada se estableció una plática amable y cordial, de amistad sincera. Al punto que Edgardo sintió confianza para comentarle que yo era una gran admiradora de su obra. Le contestó, dígale a su esposa que me mande los libros para firmárselos. Esa misma tarde los tuvo Vargas Llosa en sus manos y a la fecha los conservo como un tesoro.

 

Cuando nosotros teníamos menos de dos meses, el 20 de enero de 1990 oficialmente Mario Vargas Llosa fue proclamado candidato a la presidencia por el FREDEMO, su plataforma era muy novedosa se centraba en la apertura económica, la privatización de empresas estatales y la lucha contra la inflación que en esos momentos era devastadora para el Perú. Muchas semejanzas con lo que se estaba viviendo en México.

 

Fuimos atentos observadores de toda su campaña política. Era un político joven, 53 años, carismático, muy buen tipo. Excelente orador, peruanísimo, nacido en la provincia de Arequipa. Gran conocedor de su país, sus espacios y sus dilemas. Comprometido al cien por ciento con la democracia peruana.

 

Dos meses de campaña política muy árdua, el 8 de abril de 1990 ganó la primera vuelta de la contienda y de la nada aparece un soberano desconocido en el segundo lugar, Alberto Fujimori, de origen japonés representando a Cambio 90.

 

La política peruana sorprendida a más no poder se preocupa enormemente, la brecha entre el primero y segundo lugar era corta y seguramente en la segunda vuelta la unión de Cambio 90 y el APRA les daría la victoria a sus opositores. Nadie lo había imaginado. Con enorme preocupación pasaron dos meses entre una votación y la otra. El 10 de junio de 1990 tras una lucha de poder descomunal Vargas Llosa pierde la posibilidad de conducir las riendas de su querido Perú. Desilusión para muchos y desconcierto total entre todos sus correligionarios. Esa misma noche se congregaron frente a su casa al grito de: Preferimos Golpe. Era tanto el descontento de sus votantes y la desesperación por haber perdido que nada los consolaba. Él tranquilo y convencido de que iba a respetar absolutamente sus convicciones democráticas, salió a hablarles con cordura y firmeza. Tenemos que aceptar la derrota. No hay otro camino les gritó a diestra y siniestra.

 

No recuerdo exactamente pero en menos de tres días había partido a España seguramente convencido de que su presencia en el Perú en aquellos momentos era peligrosa, a 35 años de distancia la Historia le dio la razón.

 

La embajada de México perdió un gran vecino y yo, una de las razones fundamentales por las que estaba feliz en Lima.  En 3 meses la esperanza de conocer a fondo a Vargas Llosa, mi escritor favorito, ahora nuestro vecino se perdió totalmente. Nunca volvió al Perú en los años que ahí estuvimos.

 

Llegué a ser muy buena amiga de su suegra, doña Olga. Don Lucho, el padre de su esposa y hermano de su mamá, murió poco tiempo después. Un día que vino doña Olga a platicarme un problema de vecinos que debíamos resolver, me dijo: Mario me habló desde Madrid y me sugirió hablar con la esposa del embajador, acuérdate que es mi fan me dijo, seguro te ayudará a resolver. Sentí una emoción enorme.

 

Luis E. mi hijo estuvo muy enfermo a sus 10 años ahí en Lima y don Lucho siempre me hizo saber su preocupación. Caminaba alrededor de la manzana y muy ceremonioso cuando nos encontrábamos siempre nos saludaba, doña Olga el día que vino a despedirse de nosotros porque terminaba nuestra misión en Perú me trajo de regalo, una hermosa cajita de madera de acuanomacho con un trozo antiguo de un manto incaico.

 

Salimos del Perú en noviembre de 1993 después de 4 años de vida política y diplomática muy intensa. Crecimos como seres humanos y como diplomáticos. Hicimos grandes amigos y conocer la etapa de Vargas Llosa en el Perú fue algo de lo mejor que hemos vivido.

 

Hoy que me enteré de su muerte, quiero dejar testimonio de mi admiración por ese gran hombre y escritor inigualable. El motor de los primeros 6 meses de nuestra presencia diplomática en el Perú… Mario Vargas Llosa descansa en paz.

 

 

Comentarios

  1. María Dolores Bolívar 16 de Abril de 2025 a las 08:40

    Una excelente crónica de esos años que fueron y no fueron. Yo te visité en 1991 con mi beba de 7 meses y mi pequeño de dos añitos. A mí no me tocó conocer a Mario Vargas Llosa pero sí vivir aquella época intensa que preludió los bombazos de Tarata. Nada mejor que ese protector Barranco habitado por gente como Blanca Varela y Serafina Quinteras y esas calles llenas de música, deliciosa comida y ambiente tan peruano. Recuerdo, también, los retenes militares, el miedo en las calles y la vigilancia que rodeaba nuestros paseos y la residencia de la embajada y, por supuesto, a Marina y a Don Sigi. Ver esta colección de libros me llena de nostalgia pues estoy segura de que fueron los mismos que yo leí.

  2. David Castro Moreno 16 de Abril de 2025 a las 11:38

    Muy bonita narración y que bella experiencia, gracias por compartir. QEPD Mario Vargas Llosa.

  3. Cecilia Angulo 18 de Abril de 2025 a las 11:37

    Mi querida Lili, mi querido embajador Edgardo, cuando recibí la noticia del fallecimiento de Vargas Llosa, pensé inmediatamente en ustedes, no sé si recuerdes que estaba yo trabajando en un proyecto de teatro con bailarines, músicos y poesía peruana… me platicaste que tu hija, cuando vivían en el Perú, aprendió a bailar “El Alcatraz” apagando la vela. Y con un tequila en la mano, me platicaste ésta misma historia que ahora tan magistralmente narras en este artículo, me hicieron vivir ese maravilloso encuentro con tan admirado personaje… Mario Vargas Llosa. Admirados Lili y Edgardo… los abrazo y recuerdo siempre.

  4. Alicia Palacio Figueroa 18 de Abril de 2025 a las 02:52

    Lili que buena información, muchas muchas felicidades, aveces uno cree conocer a alguien pero, las personas discretas. Sencillas guardan mucho dentro de su ser y tu, mi Embajador Edgardo Flores Rivas tienen mucho mucho de la vida cotidiana, momentos felices, tristes, a pesar de que algunas veces la Diplomacia es frívola, ustedes siempre fueron las mismas personas. Dios Todopoderoso los bendiga, los cuide. Besos y un fuerte abrazo a la familia.

  5. María Eugenia Roncal Carbajal 18 de Abril de 2025 a las 09:50

    Felicidades Lili. Excelente narrativa. Disfruté mucho leyendo el importante momento que les tocó presenciar en Perú. Un abrazo fuerte que te ruego compartas con el embajador.

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