REFLEXIONES PARA COMENZAR UN NUEVO AÑO. ENERO, 2018

¡El tiempo vuela! Comenzar un nuevo año siempre trae a la memoria momentos de nostalgia, de recapacitación, recuerdos y recuentos. Hace unos días asistí a un funeral y por ello me he puesto a reflexionar en el tema de la muerte. Recordé entonces un escrito que he guardado cerca de mí, más de cincuenta años. El escrito se inspiró en un educador de varias generaciones, un hombre entregado en cuerpo y alma a la formación moral y profesional de jóvenes mexicanos. Un sacerdote jesuita a quien quise y admiré profundamente. Un hombre del que yo quisiera, al final de mis días, poder decir que mi vida se asemejó un poco a la suya. Éste es un escrito que impulsa a escudriñarlo con atención; implica conceptos que no debemos soslayar, habrá que verlo con óptica de actualidad. Para ello, lo transcribo íntegramente, ya que me sospecho que a muchos de los compañeros de mi generación en la Universidad Iberoamericana, les hará vivir ese pasado que compartimos. A los jóvenes estudiantes y a las nuevas generaciones en general, esas reflexiones, les proporcionarán un prototipo que en estos tiempos es mucho más difícil de encontrar, en tanto que ancla humana dispuesta a apoyar al joven en el logro de una formación sólida, ética y trascendente para México. Image

REFLEXIONES PARA COMENZAR UN NUEVO AÑO.

ENERO, 2018

 

¡El tiempo vuela! Comenzar un nuevo año siempre trae a la memoria momentos de nostalgia, de recapacitación, recuerdos y recuentos.

 

Hace unos días asistí a un funeral y por ello me he puesto a reflexionar en el tema de la muerte. Recordé entonces un escrito que he guardado cerca de mí, más de cincuenta años. El escrito se inspiró en un educador de varias generaciones, un hombre entregado en cuerpo y alma a la formación moral y profesional de jóvenes mexicanos. Un sacerdote jesuita a quien quise y admiré profundamente. Un hombre del que yo quisiera, al final de mis días, poder decir que mi vida se asemejó un poco a la suya.   

 

Éste es un escrito que impulsa a escudriñarlo con atención; implica conceptos que no debemos soslayar, habrá que verlo con óptica de actualidad. Para ello, lo transcribo íntegramente, ya que me sospecho que a muchos de los compañeros de mi generación en la Universidad Iberoamericana, les hará vivir ese pasado que compartimos. A los jóvenes estudiantes y a las nuevas generaciones en general, esas reflexiones, les proporcionarán un prototipo que en estos tiempos es mucho más difícil de encontrar, en tanto que ancla humana dispuesta a apoyar al joven en el logro de  una formación sólida, ética y trascendente para México.

 

                       

 

EN MEMORIA DEL PADRE JOSÉ SÁNCHEZ VILLASEÑOR S. J

 

                                                                     

                                                                                             ¨Tuis enim fidelibus, Domine,

                                                                                             vita mutatur, non tollitur.¨

                                                                                             (Pref. Mis. Dif)

 

                                                                                             ¨Para tus fieles, Señor,

                                                                                             la vida se cambia, no se acaba¨

 

 

Hoy hace un año que dejó de estar presente entre nosotros el P. José Sánchez Villaseñor. Hoy hace un año que contemplamos por última vez su rostro apacible y sereno de mirada bondadosa y penetrante; hoy hace un año que dejamos de escuchar sus palabras de comprensión, que abrían siempre nuevos horizontes, que ayudaban a desenmascarar el error, plantear los problemas y encontrar la solución descubriendo la verdad. Hoy hace un año que perdimos al amigo, al maestro y al Padre.

 

Porque conocían ustedes su profunda capacidad intelectual, porque apreciaban sus egregias cualidades de profesor y de director de escuelas, porque admiraban sus calladas virtudes sacerdotales, porque tenían conciencia del aprecio y del afecto que les profesaba, por todo eso lloraron ustedes la muerte del P. José Sánchez Villaseñor. Sé que sus almas se enlutaron cuando supieron que se había apagado finalmente la vida del Padre.

 

Ha transcurrido un año y la herida no se cierra. La muerte del P. Sánchez Villaseñor fue una pérdida inmensa para los estudiantes mexicanos y para todo México. Hoy, a un año de distancia del triste acontecimiento: hoy, privados desde hace un año de su presencia física, apreciamos mejor que cuando ocurrió lo que perdimos con la muerte del P. Sánchez Villaseñor.

 

Pero si nuestro dolor es profundo, es también un dolor sereno. La Fe nos enseña en efecto que el P. Sánchez Villaseñor no quedó reducido a la nada. Su cuerpo se ha descompuesto en la tumba esperando la Resurrección. Pero su alma, aquella alma privilegiada que Dios creó hace 50 años, está ya gozando de Dios, así lo esperamos piadosa y fundadamente. Aquella alma que tenía ansias infinitas de verdad y de amor se encuentra gozando del que es la misma Verdad y se encuentra amando sin obstáculos al Dios que es Amor. Terminaron los sufrimientos de la búsqueda de la verdad; terminaron las angustias del corazón que desea entregarse por completo sin conseguirlo. Hoy contempla cara a cara; hoy conoce ¨sicut cognitus est¨ , ¨como es conocido¨. La peregrinación ha terminado; las imágenes que transmiten y que velan al mismo tiempo al Dios amado han desaparecido para siempre. El rastrear a través de las criaturas pidiéndoles noticias del amado ha cedido su lugar al gozo de la presencia.

 

Sí, el P. Sánchez Villaseñor goza ya de la presencia del Señor, así lo esperamos, en quien tan firmemente creyó en esta vida, a quien tan ardorosamente amó y a quien con tanta generosidad sirvió. ¡Pero nosotros! Nosotros que tanto lo necesitábamos, lo hemos perdido para siempre.

 

No, no es cierto. No lo hemos perdido. Tuis enim fidelibus, domine,vita mutatur, non tollitur. Y si en su vida mortal el P. Sánchez Villaseñor concretó y realizó su vocación sacerdotal entregándose sin medida al apostolado universitario, sigue desde el cielo entregado a la misma labor. Desde el cielo se ocupa y pide por la juventud universitaria; desde el cielo sigue con interés los avatares de la Universidad Iberoamericana; desde el cielo, con más éxito del que tuvo mientras estaba entre nosotros, sigue pidiendo por esta Universidad que él creó y a la que consagró su vida entera.

 

Y su intervención, todos la hemos notado. La construcción de la nueva Ibero, aquel día que a tantos nos parecía utópico, empezó a ser realidad precisamente a raíz de la muerte del Padre.

 

El 18 de junio murió el P. Sánchez Villaseñor sin haber visto otra cosa que los terrenos donde él aseguraba que se levantaría la nueva Ibero. Mes y medio más tarde, el 1º de agosto, vencidas por fin un sinnúmero de dificultades gracias a la generosidad de tantas personas preocupadas por la formación de la juventud, las potentes máquinas empezaban a excavar el suelo, y poco después se pusieron los cimientos, y empezó luego a surgir el edificio gigantesco; y hoy día, al año de la muerte del padre, sólo faltan detalles para que podamos instalarnos en lo que no es sino la primera etapa de aquel sueño grandioso que tantas veces acarició el alma del P. Sánchez Villaseñor.

 

Otra preocupación del Padre la constituía el problema del personal de la Ibero. Como siempre, el P. Sánchez Villaseñor parecía que soñaba cuando hablaba de Padres y de Profesores seglares que, animados de espíritu apostólico y de verdadera vocación de maestros, vendrían un día a enseñar y a dirigir en la Ibero. Y fue preciso que el Padre se muriera para que este ideal comenzara también a realizarse. Desde la muerte del P. Sánchez Villaseñor son cinco los sacerdotes que han llegado a la Ibero para dirigir escuelas, dar clases, ocuparse de la biblioteca y atender espiritualmente a los alumnos. Y son varios los doctores seglares que, con verdadera vocación apostólica y magisterial, han puesto su inteligencia, su voluntad, su saber y su experiencia al servicio de los alumnos de esta Universidad. No se quedó acéfala la última creación del Padre: la escuela de Ciencias de la Comunicación, y qué refuerzos recibió su escuela de Filosofía que tanto le preocupaba.

 

Y la fama y el prestigio de esta Universidad no ha hecho sino crecer desde la muerte del Padre. ¡Padre Sánchez Villaseñor! ¡Qué lejos estamos de aquellos trece alumnos con los que tú empezaste en 1943, el Centro Cultural Universitario, embrión de la Iberoamericana! ¡Cómo has debido gozar desde el cielo al contemplar las largas colas de estudiantes que solicitaban este año su admisión en la Universidad que tú creaste!

 

Pero para que se realizara todo esto fue necesaria tu muerte. Sacrificaste tu vida a la juventud universitaria mexicana y el Señor aceptó tu sacrificio. Pero tu vida no ha sido estéril; la semilla que sembraste ha germinado y se está transformando en espiga.

 

Quiera esta juventud considerar hoy brevemente el sacrificio que hiciste de tu vida y aprender la lección de vida eterna que le diste con tu vida y con tu muerte.

 

I.               SACRIFICIO DE SU VIDA A LA JUVENTUD UNIVERSITARIA

 

Para comprender la personalidad polifacética y a veces enigmática del Dr. José Sánchez Villaseñor es preciso considerarle como lo que fue por encima de todo: el sacerdote. Porque el sacerdote no sólo imprimió carácter en el alma del padre, sino que lo modeló en tal forma que todo su pensamiento y todas sus actividades fueron siempre eminentemente sacerdotales. El sacerdocio informó la vida entera del P. Sánchez Villaseñor.

 

Desde joven descubrió el llamamiento de predilección que Dios le hacía. Y con esa madurez y con esa generosidad que siempre le caracterizaron respondió enseguida a la divina invitación. Tenía 16 años: la cabeza y el corazón lleno de ilusiones juveniles. Pero todas las sacrificó al servicio del gran ideal que había nacido en su alma: el sacerdocio. Sería sacerdote, mediador entre Dios y los hombres, partícipe del sacerdocio del único sacerdote, Jesucristo. Estaría toda su vida al servicio de los hombres para llevarlos a Dios.

 

La vocación sacerdotal es vocación de sacrificio. Y joven José dejó a sus queridos padres, a sus hermanos, a sus amigos, dejó sus ilusiones mundanas; renunció a formar más tarde una familia porque quería ser el Padre de todos los que lo necesitasen; abandonó su Patria y se fue al destierro, al otro lado de la frontera. Era el año de la persecución religiosa: 1927

 

Y allí en el destierro texano, en aquella loma de arena calcinada por el sol, dejó que se abrasara su alma a los rayos vivos del amor divino. Escribió con toda sencillez:        Jesús, yo quiero amarte

                                   con locura divina,

                                   y morir por las almas

                                   con pasión de jesuita.

 

Porque amaba apasionadamente, porque amaba a Dios y a los hombres, por eso vistió la pobre sotana del novicio jesuita; por eso formuló sus votos perpetuos: su voto de pobreza para no tener más riqueza que Cristo; su voto de castidad, para estar siempre abierto a todas las almas; su voto de obediencia, para alcanzar la verdadera libertad, la libertad de los hijos de Dios que no tienen más afán que cumplir en todo momento y en todas las cosas la voluntad del Padre Celestial.

 

Y cumplió sus compromisos. Sin alardes, sin estridencias; callada y generosamente como él sabía hacer todas las cosas. Se entregó con pasión al estudio de las letras, de las ciencias y de la filosofía. Y aprovechó tanto que, cuando realizaba sus primeras experiencias profesionales en Guadalajara, antes todavía de ser sacerdote, encontró tiempo para publicar su primera obra sobre la filosofía de Vasconcelos.

 

Marcha a Roma a estudiar teología y allí le sorprende la Segunda Guerra Mundial. Esa guerra que tantas vidas iba a segar en los campos de batalla, en las carreteras y en las ciudades abiertas, iba también a acabar con la vida del P. Sánchez Villaseñor. Porque la falta prolongada de alimentos mientras el Padre se entregaba de lleno al estudio de la teología, iba a socavar traidoramente los cimientos de aquel organismo fuerte, de aquella salud que hasta entonces había sido buena.

 

Comprende pronto que el mal es ya irremediable. Pero no se acobarda. Pasa meses y meses recluido en una clínica y, en lugar de dejarse abatir por la enfermedad que avanza a paso firme, el Padre consagra su tiempo a la lectura y reflexión filosóficas. Cuando le hablan de la posibilidad de su muerte y de la necesidad de cortarle un brazo, no se asusta. Consulta con sus superiores y decide venir a morir a su querido México. Con toda la profundidad de su Fe mira a la muerte cara a cara. Morirá pronto, pero en México…o en el amplio océano.

 

La hora no había llegado todavía, contrariamente a lo que pensaban los médicos. Vuelve a México y empieza a recobrarse, y empieza a vivir horas extras, como él acostumbraba a decir con humorismo.

 

Las horas extras suelen ser horas en las que se economiza el esfuerzo. Pero él no hizo como hubiéramos hecho los demás. Él las vivió intensamente porque las vivía para Dios y para las almas sedientas de verdad. Se doctora en filosofía en la UNAM y funda con otros padres el Centro Cultural Universitario donde empieza su carrera docente. En su convalecencia que él sabía no ser sino una pequeña tregua de la enfermedad, con su menguada salud, pero con inquebrantable energía y visión de profeta, echó los cimientos de lo que había de transformarse más tarde en Universidad Iberoamericana. Como Newman y como Jaime Castiello estaba apasionado por el ideal universitario. Quería fundar un centro de estudios superiores donde los jóvenes inquietos pudiesen descubrir la verdad.

 

Tiene que interrumpir sus tareas universitarias para continuar la teología, y por fin, veinte años después de su ingreso a la Compañía de Jesús, es ordenado sacerdote para siempre. Ïn aeternum¨ . Ya puede celebrar la Santa Misa, esa misa en la que él se ofrecía juntamente con Jesucristo para la salvación de los hombres; esa Misa que constituía el centro en torno al cual giraba su jornada de oración, de reflexión, de estudio y de trabajo; esa Misa que él celebraba sentado porque las fuerzas le faltaban.

 

Sí, las fuerzas físicas le faltaban; pero su alma se elevaba a las alturas con vuelo de águila majestuosa para descubrir y descender luego al campo de apostolado más estratégico.

 

Ese campo era la Universidad, pero dentro de la Universidad él se limitó a varios trabajos. Una escuela de filosofía para formar pensadores profundos y cristianos que orientaran a los jóvenes y a los hombres sediento de verdad. Una escuela de Relaciones Industriales para llevar a las empresas de México jefes de personal provistos de las técnicas modernas de administración e impregnados de un profundo respeto a las personas de los trabajadores. Una escuela de Administración de Empresas para cristianizar el mundo de los negocios y resolver el problema social gracias a hombres competentes animados del espíritu de justicia social predicado por la Iglesia. Una escuela de Ciencias de la Comunicación para dominar los medios de la transmisión del pensamiento y humanizar y cristianizar así a México por medio de la prensa, del radio, del cine y de la televisión.

 

¡Qué poco cuidaste tus fuerzas, P. Sánchez Villaseñor! ¿Por qué no hiciste caso a los médicos? Cuando le hacía fraternalmente estas recomendaciones, el Padre se sonreía y guardaba silencio. Es que nunca consideró indispensable; es que quiso rendir pronto todo lo que podía; es que quiso entregar a la juventud universitaria mexicana toda su capacidad y toda su salud.

 

Y la entregó. En 1961 se está construyendo un segundo piso en Zaragoza 84 para que puedan en él instalarse los químicos. Debido a las obras, algunas escuelas de las instaladas en Zaragoza tienen que trasladarse a San Ángel Inn. No le tocó al P. Sánchez Villaseñor, el dejar Zaragoza; pero él quiso hacer un favor y se fue con sus escuelas de Filosofía y de Ciencias de la Comunicación. La oficina que tiene en San Ángel Inn es húmeda y la humedad le hace mucho daño al padre. Contrae una gripa que se resiste al tratamiento médico. Debe cuidarse. Pero sabe que se encuentran en México unos profesores de Stanford University  y quiere verles…porque desea conseguir unas becas en EE. UU. para los estudiantes de la Ibero. Y así, agripado, concierta con ellos una cita en el centro. Es el mes de abril. El calor es fuerte y nocivo para un hombre enfermo. Pero no falta a la cita. Consigue lo que quería y vuelve cansado y sudoroso a la Ibero. Pensaba retirarse a su habitación porque no se encontraba nada bien, pero varios estudiantes desean hablarle. Sudoroso como estaba, se encierra en su húmeda oficina y atiende con toda calma a todos los que querían tratar asuntos con él. Cuando hubo atendido al último estudiante se retiró por fin a su habitación y se tendió agotado en la cama. Ya no se levantaría nunca.

 

Pero todavía le quedaban algunas semanas de vida. ¿De vida? De dolor. Dos operaciones terribles en las que dejó atónitos a médicos y enfermeras. Días y días en los que las hemorragias iban asestando golpes mortales a la salud del Padre. La ciencia hizo todo lo que pudo, pero ya se preveía el desenlace.

 

El padre, con mirada serena, vio venir la muerte. No; Tenía más Fe que eso. Vio venir a nuestro Señor que le buscaba. ¨Me está esperando el Señor¨ , decía: ¨Siento que nuestro Señor me lleva, pero en jet¨. Y para prepararse al encuentro que había de fijar toda una eternidad, siguió ocupándose de sus escuelas y muy especialmente de la que él más quería: Ciencias de la Comunicación.

 

Pese a la prohibición de los médicos me hacía pasar para ponerme al corriente de sus planes, para indicarme dónde estaban sus papeles y sus estudios, para discutir conmigo lo que había que hacer. Hasta que un día: ¨Estoy volando muy bajo. Siento que el Señor me llama¨. Una pausa, una sonrisa y por fin las últimas palabras que escuché de él: ¨A los muchachos…¨

Fue su despedida de ustedes Fue un encargo que me hizo, el último, su testamento, que estoy tratando de cumplir en estos momentos.

 

¿Qué me quiso indicar que les dijera a ustedes? Creo que no falseo su pensamiento si les digo que quiso decirles que no hay que tener miedo a la muerte, que la muerte no es realmente un mal, que es sólo un paso… un paso que puede llevar a la posesión plena de todas las aspiraciones de la vida. Pero para que esto se realice es preciso vivir como vivió el P. Sánchez Villaseñor. Su muerte serena y cristiana fue la última y la mejor lección que a todos nos dio el gran maestro que fue el P. Sánchez Villaseñor.

 

 

II.              APRENDER LA LECCION DE VIDA ETERNA QUE NOS DIO EL P. SÁNCHEZ VILLASEÑOR

 

Se ha hablado mucho de la serenidad del Padre. Es verdad, era sorprendente. Pero esa serenidad no provenía de un espíritu estoico ni optimista. El P. Sánchez Villaseñor conoció el desaliento y el pesimismo.

 

El desaliento, porque supo de contrariedades y de dificultades continuas. Nunca se me borrará de la memoria su imagen cuando, dejándose caer en un sillón de mi oficina, me decía: ¨No puedo más. Tengo ganas de renunciar¨.

 

El pesimismo porque no tenía miedo a la realidad sino que se encaraba con ella. Y al descubrir la verdadera situación de la intelectualidad mexicana, del estudiantado mexicano, y de nuestra estudiantada en la Ibero, el Padre comprendía que nuestros medios de acción eran desproporcionados a las necesidades. ¨Estamos fracasando –me dijo más de una vez-no estamos dando a nuestros estudiantes la atención y la formación religiosa que esperan de nosotros¨.

 

Conoció el desaliento y el pesimismo; pero nunca se dejó dominar por ellos. Su fe profunda le hacía ver que no estaba solo en la lucha, sino que estaba librando la batalla de Dios.

 

Y esta Fe profunda es la mejor lección que a todos nos dió el P. Sánchez Villaseñor. Hombre que conocía a fondo las dificultades contra la religión cristiana; hombre que dominaba el pensamiento, no sólo de Platón, Aristóteles y Santo Tomás, sino de Descartes, Spinoza, Hegel, Marx, Nietsche, Heidegger, Camus y Sartre; hombre que había desarrollado su cultura religiosa al mismo tiempo que la filosófica. Por eso en las filosofía ajenas u hostiles al cristianismo, el P. Sánchez Villaseñor sabía descubrir sus valores y sus vacíos, sobre todo el vacío del Dios personal y trascendente, y cuanto más se adentraba en pensamientos anticristianos más y más se fortalecía su Fé.

 

Quizás el mensaje que el Padre quiso transmitirles cuando se despidió de ustedes, pueda condensarse en estas dos recomendaciones:

 

            1ª. Que afiancen ustedes su Fe estudiando la religión católica al mismo tiempo que estudian otras disciplinas. Tengan ansias de verdad. De verdad, no de diletantismo. Ansias de verdad, no de verdades a medias, sino de toda la verdad. Tengan ansias sobre todo del que es la verdad. Y para esto tomen con empeño el conocer la religión que tienen la dicha de profesar. Quizás la mayoría de las dificultades que ustedes sufren en materia de Fe proceden principalmente de su ignorancia de la religión cristiana. Que el ejemplo del P.  Sánchez Villaseñor les anime a estudiar y a profundizar más y más en las bellezas insondables de nuestra religión.

 

            2º. Que se formen ustedes bien para que puedan influir el día de mañana en los destinos de México. ¨Estamos sembrando para el futuro¨ me decía con frecuencia, hablando de nuestra labor cuando el peso se le hacía excesivo. El daño más grave que la iglesia sufre en México es la carencia de un nutrido grupo de intelectuales y profesionistas competentes al par que profundamente cristianos. Ese era el vacío que el Padre quiso llenar cuando fundó el Centro Cultural Universitario; ese era el vacío que quiso llenar cuando consumió sus fuerzas dedicado a la formación de ustedes en la Ibero.

 

Todos quisimos mucho al P. Sánchez Villaseñor. A sus cualidades de hombre extraordinario añadía una sencillez connatural. Los que tuvimos la dicha de ser sus hermanos en religión y de convivir con él en la misma casa; los que colaboraron con él en la dirección de las escuelas y en la tarea del magisterio; los que fueron sus alumnos o estuvieron bajo su jurisdicción en las escuelas que él dirigía; el personal de la administración y de los servicios de la casa.

 

Recuerdo a aquellos estudiantes rezando en la capilla mientras los médicos abrían por segunda vez el cuerpo del Padre para cortar y coser con anestesia meramente local. Recuerdo al personal de la secretaría haciendo una larga peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe para pedir la curación del Padre. Recuerdo tantas lágrimas furtivas en los ojos de hombres de empresa, de profesores, de estudiantes, de secretarias y de empleados.

 

Que ese cariño que todos le teníamos no sea algo únicamente sentimental. Que aprendamos del P. Sánchez Villaseñor que la vida es un magnífico don de Dios, que es preciso llenarla con un gran ideal y que este ideal hay que realizarlo a base de Fe.

 

Porque la vida no se acaba con la muerte, sino que la muerte viene a eternizar lo que fue nuestra vida. Que nuestra vida se parezca algo a la del P. Sánchez Villaseñor para que podamos mirar la muerte con serenidad y gozar para siempre del que es la Verdad y el Amor Infinito.

 

Que el P.  Sánchez Villaseñor que está ya en posesión de Dios, como lo esperamos, nos ayude desde el cielo a conseguirlo, así sea.

 

                                                                      Xavier Scheifler Amézaga, S. J.

                                                                      México, D. F. 18 de junio de 1962

 

Comentarios

  1. Reyna Yolanda Bolivar 23 de Enero de 2018 a las 04:09

    Del baul de los recuerdos volví a vivir aquellos días en que de manos del Padre Shcheifler recibí aquella maravillosa carta cuyo mensaje resuena para mí hoy en cada homilia dominical... Doy gracias a mi hermana Lili por recuperarla y promoverla en estos momentos en que tanta falta nos está haciendo Que esa fe que el Padre Sanchez Villaseñor trató de transmitimos con su ejemplo y su palabra no quede en sentimentalismo pero que fructifique llevándonos cada día más cerca de Dios, tanto en nuestras vidas como en nuestra sociedad y en nuestras familias...

  2. Lili Bolívar 23 de Enero de 2018 a las 02:04

    Ojalá y a muchos de nosotros nos hagan reflexionar estas palabras. Lili

  3. Lili Bolívar 23 de Enero de 2018 a las 02:05

    Ojalá y a muchos de nosotros nos hagan reflexionar estas palabras. Lili

  4. Marcia Coss 25 de Enero de 2018 a las 10:17

    La fuerza de la Fe Lili es hermosa . Gracias por compartir .

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