EL PERÚ: NUESTROS INICIOS COMO EMBAJADORES. UNA PRIMERA EMBAJADA QUE NOS DEJO CÁLIDOS E INOLVIDABLES RECUERDOS. 30 AÑOS DE AUSENCIA Y TODAVÍA SENTIMOS NOSTALGIA

El privilegio de nuestra primera Embajada en un país como El Perú. Como si fuera hoy mismo, recuerdo el día en que apareció Lima en nuestras vidas al nombrar el presidente de México, a Edgardo. embajador de México en El Perú: era 1989. Llegamos los primeros días de noviembre, en una mañana húmeda y soleada, fuimos en un vuelo nocturno desde la Ciudad de México. Nos recibieron en el Aeropuerto, el director del Protocolo de la Cancillería Peruana y los funcionarios de la Embajada de México, incluyendo a los agregados Militar y Naval. Edgardo en su juventud había visitado El Perú, al término de su trabajo en nuestro Consulado en Sidney, Australia; pero para mí era una nueva experiencia y quería vivirla a profundidad. Después de los respectivos saludos, nos trasladaron a la residencia del embajador, en un sábado de asueto. Ahí nos esperaba el personal de servicio encabezado por alguien que fue muy importante en nuestra vida y la de nuestros hijos: don Sigiberto Huamán, el mayordomo y jefe del personal doméstico de la residencia oficial. Don Sigi iba a ser el gran apoyo para todos nosotros por su bondad inimaginable, su gran experiencia en el cuidadoso tratamiento de los asilados políticos, y el organizador de todas las labores protocolarias a realizarse en la residencia del Embajador. Llegamos muy entusiasmados a la casa que fue nuestro hogar por 4 años en el barrio de Barranco. Desayunamos estupendamente y recorrimos cada uno de los rincones de la residencia. Una casa moderna construida sobre un acantilado y con una vista espectacular del Océano Pacífico sur. Fue construida por los años 60’s. Tenía una enorme piscina, y un jardín diseñado por el famoso arquitecto paisajista, el brasileño Burle Marx. Ese mismo día conocimos las diferencias de las Estaciones del año. Salimos de México en el Otoño y llegamos a Lima en la Primavera. Conocimos también su famosa garúa limeña, un rocío muy agradable que humedece naturalmente el ambiente. Llevábamos con nosotros a un acompañante muy importante, el Tootsie, nuestro perrito french poodle mexicano; color champaña, de tamaño medio, y el amigo más cercano de nuestros hijos, sobre todo de Luis Edgardo nuestro hijo menor. Los primeros 15 días nos sirvieron para familiarizarnos con el personal de la Embajada, tanto de cancillería como de la residencia. La comunidad mexicana desde el principio de nuestra estancia nos brindó una amistad sincera, muy franca y de ayuda en la organización de nuestros eventos patrios y culturales oficiales. Edgardo tuvo que esperar la Presentación de Credenciales al Presidente Alan García; para iniciar el periplo de sus visitas oficiales a las autoridades y al Cuerpo Diplomático. Image

La Presentación de Credenciales


Para este formal evento, ese día nos concentramos familia y funcionarios mexicanos en el Hotel Bolívar, que se ubica en la bella Plaza San Martín, desde donde salió Edgardo, en un auto proporcionado como una cortesía especial de bienvenida, por la propia Presidencia de El Perú.


 El Primer Mandatario Alan García recibió a Edgardo con una gran cordialidad -que era la que él personalmente siempre tuvo por México- y le ofreció el apoyo de su gobierno para que realizara una fructífera gestión, por los lazos políticos, culturales y de sangre que a ambos los ligaban.  La ceremonia y la conversación fueron  muy cálidas. Edgardo iba acompañado del ministro de nuestra Embajada -segundo de abordo del embajador- ; también del cónsul y de los agregados, militar y naval. 


En la ceremonia, se tocaron los himnos nacionales de ambos países y el embajador pronunció unas breves palabras, antes de entregar al mandatario las cartas credenciales suscritas por el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari. Terminada la ceremonia, el embajador regresó con sus acompañantes al Hotel Bolívar, donde se realizó un brindis ofrecido por la Embajada a los funcionarios peruanos y mexicanos; así como a los representantes de la comunidad mexicana y amigos de México.


Pocos días después comenzaron las visitas protocolares a los funcionarios del Gobierno peruano, a las cuales el embajador iba solo. Por las tardes, lo acompañaba  yo, como su esposa, a las visitas a los embajadores acreditados en Lima; conforme a una estricta precedencia.  Naturalmente, nos contactamos prioritariamente con el grupo de embajadores latinoamericanos (GRULAC).


Así que iniciamos la ronda de visitas, empezando con los embajadores de los países sudamericanos: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Venezuela. También siguiendo las respectivas precedencias, visitamos a los embajadores del Caribe: Cuba, la República Dominicana y Haití. 


Todos estos embajadores eran hombres maduros; en su mayoría diplomáticos de carrera, complementados por algunas personalidades sobresalientes en sus respectivos países, con nombramientos políticos de embajadores, como el de la República chilena al que visitamos una vez  que reanudamos la relación diplomática suspendida, por México, durante el régimen espurio del General Pinochet. Todos ellos manifestaban abiertamente su afecto por México y su larga historia y civilización.


Caso especial fue la visita protocolar a los embajadores de Alemania Oriental, que estaban en proceso de clausura de su Embajada, ya que al derribarse el ominoso muro de Berlín;  la gran Alemania se reunificaba después de muchos años de yugo soviético. 

El Embajador de Haití era el más antiguo en esta adscripción y naturalmente tenía precedencia entre los latinoamericanos; lástima  que la situación política de ese país era la hechura de la dictadura de Duvalier.


La vida diplomática en Lima.


Ésta era muy intensa, a pesar de la agobiante situación de la economía peruana, en ese último año del primer mandato del Presidente Alan García. Asistíamos a todas las fiestas nacionales de los países amigos; también a múltiples comidas y cenas oficiales. Conocimos  rápidamente a los políticos peruanos más relevantes. Departíamos con nuestros colegas diplomáticos para conocer los intríngulis de la compleja política peruana azotada por el terrorismo de dos grupos guerrilleros de gran violencia contra el Estado Peruano y la propia población civil: Sendero Luminoso y el MRTA. 


Por su parte las esposas de los embajadores, también denominadas Las embajadoras nos reuníamos una vez al mes en una asociación de esposas de embajadores llamada Ayuda con Amor; grupo muy cálido y amigable que inmediatamente me incorporó. Ahí estaban las esposas de los embajadores de Colombia, Venezuela, Uruguay, República Dominicana, Brasil y México. Jugábamos canasta uruguaya una vez a la semana, y era una enseñanza semanal sobre lo que estaba pasando en el Perú y cómo afectaba la normalidad del trabajo del Cuerpo Diplomático extranjero. 


Sus experiencias eran ilustrativas de lo que no debíamos hacer, y de aquello en lo que el Perú necesitaba de todos nosotros en términos de solidaridad hemisférica. Con frecuencia invitaban a las esposas de los subsecretarios de la Cancillería. Mi relación cercana con las esposas favoreció la amistad profunda que pronto logramos con nuestros colegas latinoamericanos. 


Los Embajadores de Colombia eran amigos muy cercanos al presidente García y en varias ocasiones estuvimos en su embajada acompañándolos a comer el guiso colombiano favorito del presidente y su esposa: el llamado Ajiaco.


Nos encantaba platicar con los embajadores del Uruguay. Él era un político muy cercano al presidente Sanguineti. El Embajador Miguel Ángel Semino era un experto en la política interna y externa sudamericana. Antes de venir al Perú, se había desempeñado como secretario de la Presidencia en el Uruguay. Su esposa Rosario fue una colega muy cercana, y ambos fueron amigos muy especiales por su cultura y su experiencia diplomática. Lo mismo sentimos por Alejandro y María Magnet, embajadores de Chile.


La gran crisis económica que dejó el Presidente Alan García


Nos tocó vivir el final de la administración del Presidente Alan García y la debacle económica que caracterizó su primer periodo presidencial. Especialmente significativo fue llegar a vivir en Barranco, como vecinos del gran escritor Mario Vargas Llosa, candidato a la Presidencia de la República del Perú, por FREDEMO; frente democrático formado por empresarios y políticos de partidos tradicionales de la derecha peruana. 


El antecesor de Edgardo, un ex-funcionario de Nacional Financiera de México, hizo gala de una izquierda muy antagónica a Vargas Llosa y a su famoso dicho de que “México era la dictadura perfecta” refiriéndose a los interminables sexenios priistas que no permitían oposición política alguna en nuestro país. 


A pesar de las diferencias con Vargas Llosa y el gobierno de México Edgardo buscó hasta que logró el contacto con el escritor, dado el hecho que era el candidato puntero (por FREDEMO) para la Presidencia de la República. Cuando logró que lo recibiera para conversar y conocer verdaderamente el grado de interés por rehacer la amistad entre su posible gobierno y el de México platicaron muy amigablemente.


Al preguntarle Edgardo: ¿Cuál va a ser su relación con México si llega a la Presidencia de El Perú? “Estupenda” contestó. “Yo a México lo quiero mucho”. Pero sin ambages, expresó a Edgardo su “rechazo por el PRI y sus gobiernos hegemónicos y antidemocráticos”. Le agradó mucho que yo conociera a fondo toda su bibliografía y me dedicó la colección de sus libros que viajaban con nosotros a nuestras adscripciones. Agregó “Yo seguiré el ejemplo de las políticas económicas que está instrumentando el Presidente Salinas de Gortari”.



Por mi parte, desde el momento en que nombraron a Edgardo embajador en Perú, me dio muchísima alegría y había varias razones para ello. La primera es que yo me sentía moralmente muy cerca de los peruanos, gracias a todos los libros que había leído de Vargas Llosa. Ya desde antes de Perú, lo consideraba y lo sigo sintiendo, mi escritor favorito.


La otra razón importante es que durante nuestra estancia en Nueva York, ante lo complicado de vivir en pleno Manhattan con dos niñitos -mis hijos- nos fuimos a vivir a Stamford, Ct. Ahí nos integramos a un grupo de amigos peruanos, quienes en tanto que financieros, trabajaban en bancos internacionales. Nos percatamos que los peruanos eran los más afines a la cultura y a los valores de los mexicanos. Mis nuevas amigas me ayudaron a descubrir la deliciosa comida peruana. Me encantaron sus pisco sour, su Causa Limeña,  su papa rellena y otros tantos exquisitos platillos peruanos que disfrutábamos en la hospitalidad de sus casas. 


A todas las volví a ver en Lima. Vicky Castañeda me recomendó, antes de llegar al Perú, escuelas para los niños; así como lugares interesantes que visitar. Me dio sugerencias respecto a las mejores tiendas, restaurantes para disfrutar, zonas históricas de Lima, y otros tips. Ella no vivía en Lima, ellos habían sido trasladados a Panamá pero en sus viajes al Perú nos buscaban y nos visitaban en la Residencia oficial de la Embajada. Igualmente los Penny y los Amorós.


Mariela y Roberto Hoyle sí estaban ya de regreso en Lima, y de inmediato nos pusimos en contacto. Nos tomaron casi como de su familia e inmediatamente nos presentaron a sus papás  (el padre de Mariela era alto funcionario del Banco Central de Perú) y a sus hermanos. Al lado de ellos vivimos grandes momentos de amistad y cariño.


Otro gran amigo que vivía en Lima era el padre jesuita Manuel Marzal, entonces profesor de la Pontificia Universidad Católica de El Perú. Marzal había sido compañero mío en la Universidad Iberoamericana en la carrera de Antropología. Él se ocupó de darnos explicaciones que nos permitieron adentrarnos en el alma peruana. Presentó a Edgardo con el Rector de la Pontificia Universidad  y, sobretodo, nos acompañó como el viejo y entrañable amigo; en esa tarea de representar a nuestro país, ante todos los sectores sociales, culturales y políticos peruanos.




Nuestro contacto con el pueblo de El Perú


Ante el carácter abierto y afable de los peruanos, pronto nos hicimos de un grupo de amigos en todos los niveles, desde el político y el cultural, hasta el pueblo amante de la música mexicana. El gran representante de la canción mexicana el Charro Vega, un cantante peruano que solamente cantaba música ranchera y que era muy apreciado en Lima. Nos invitaba a un viejo teatro del centro de Lima, que el público abarrotaba para que se escuchara con mucho sentimiento la música de mariachi. Recuerdo que a partir de ese año en que lo conocimos, mi cumpleaños siempre fue amenizado por el Charro Vega; lo cual me hacía muy feliz pues desde niña me ha fascinado nuestra música popular.


Pronto conocí a mi vecina, Ana María Gallo y hasta hoy considero que es mi hermana peruana. Su presencia me hizo sentir siempre una familiaridad muy especial hacia Lima. Me recomendó el Liceo Almirante Guise, escuela de la Naval peruana a la que asistieron sus hijos y los nuestros: Luis Edgardo y Fernanda. El esposo de Ana María había sido marino, así que escogimos esa prestigiosa escuela de los navales, y no una internacional, para que nuestros hijos aprovecharan la oportunidad de conocer a fondo la vida en Latinoamérica. Rápidamente ellos se hicieron amigos de todos los niños del barrio; e hicieron un buen grupo de hijos de marinos peruanos, a los que Luis Edgardo admiraba por el prestigio que la Armada tiene en el Perú. 


Era un mundo nuevo para mi hijo, que llegó a Lima de 8 años. Era muy curioso, me acuerdo que un día nos dice con sorpresa: ¿Saben que el papá de mi mejor amigo es capitán de corneta (es decir: corbeta). Pienso que ellos también vivieron en Lima unos años muy felices y enriquecedores, de gran solidaridad humana. Hasta el día de hoy mantienen entrañables amigos peruanos que los han visitado en la Ciudad de México y que son sus patas (sus cuates) del alma. 




Sendero Luminoso y MRTA


Como todo en la vida, hubo tristeza también al ver las atrocidades perpetradas por el temible y sanguinario grupo terrorista polpotiano, Sendero Luminoso. Agravaba la crueldad de Sendero Luminoso otro grupo guerrillero, el MRTA, también con mucha actividad y derramamiento de sangre. Derrumbaban torres de electricidad, perseguían y mataban líderes sociales, explotaban coches bomba, y volaban edificios multi-familiares. No se podía viajar por la bella e histórica provincia de El Perú, ante la amenaza del terrorismo guerrillero. Llegaban a un poblado antes del amanecer y realizaban juicios sumarios a las autoridades municipales y a los campesinos, acusándoles de traición a la Patria.


El surgimiento del Presidente Fujimori de origen japonés (Nikei)


En ese temible entorno, nos tocó la campaña política para elegir nuevo presidente de la República, a un candidato a senador que recorría el país en un tractor. En el último mes de su campaña decidió buscar la Presidencia de la República y sorpresivamente ganó la Presidencia a  Vargas Llosa, que poco después se fue a vivir a España. 


Fujimori gobernó en su primera etapa con apego a la Constitución, pero esa civilidad fue de corta duración; al anunciar en cadena nacional durante el noticiero de la noche, el rompimiento constitucional o el llamado autogolpe. A raíz de este hecho y la persecución que se desató contra las fuerzas democráticas, asilamos en la Embajada al líder obrero Hugo Blanco; y a dirigentes sociales y magisteriales como Lucas Cachay Huamán y Cecilia Oviedo Huapaya, quienes militaban en esos años, en el partido Izquierda Unida.


Salieron a México y un año más tarde me tocó responder el teléfono y oír decir a Lucas: “Dígale al embajador que gracias a él soy un hombre libre aunque lejos de su país”. Sentí gran satisfacción y admiración por haber encontrado a un hombre agradecido. La madre de Cecilia Oviedo dejó en la recepción de la cancillería -es decir, la oficina de nuestra Embajada- un paquete con un chalán sobre un caballo de paso, en filigrana de plata con un mensaje: Dígale, al embajador, que mi hija está fuera del país pero muy agradecida con él. Estas son las actitudes que hablan de la solidaridad humana y con las que se responde: Misión Cumplida



El resto de la población sufríamos el llamado toque de queda, como si estuviéramos en el Mexico revolucionario de 1910 con un Victoriano Huerta que asesinó al Presidente legítimo Francisco I. Madero, en la década de 1910. Fue una dura experiencia que compartimos profundamente con El Perú, en el marco de su impresionante civilización antigua, pero con un militarismo todavía vigente.


También a causa de este fenómeno social; revolucionario y terrorista, el Perú vivía grandes carencias, y su economía y valor monetario llegó a niveles de espanto. Por ejemplo, en la primera Navidad, no encontramos en el mercado local que regalar a nuestros hijos. Les compramos una perrita cocker peruana, que los hizo muy felices, y a la que llamamos Gorda por chaparrita y robusta. También se encontraban preciosas chompas (sweteres) de alpaca y de lana merino en los mercados tradicionales. Me hice de una hermosa colección que a la fecha sobrevivien.


Nuestra vida familiar en Barranco frente al mar

Los amigos fueron super importantes para nuestros hijos. Desde el principio encajaron perfectamente con los niños del barrio de Barranco, quienes venían con frecuencia a la residencia oficial, Ana Fernanda y Luis E, no tardaron en adoptar el acento peruano.


En casa, ya desde los primeros días, congeniaron con las lindas niñas de Marina, Desiré y Paola, la estupenda y joven chef de la residencia. Ana Fernanda y Luis Edgardo acompañaban a Marina todos los días a los atractivos mercados locales, a realizar las compras de víveres. Iban encantados en los camiones (que los peruanos llaman buses). Pronto mis hijos conocieron mejor y más a fondo la vida peruana, que nosotros. Todos nos identificamos con esa forma de vida y los 4 miembros de la familia, hasta la fecha, seguimos añorando la deliciosa comida peruana de Marina y el afecto sincero de los peruanos que tratamos y que nos apoyaron en nuestros esfuerzos por acercar México al Perú.


Doña Zuni -la madre de Marina- se encargaba del arreglo de recámaras o dormitorios como allá se les denomina. Su paciencia y pulcritud moral engendraban un gran respeto. La perspicacia de don Sigi, en su carácter de mayordomo, evitaba errores en el manejo de las recepciones, comidas y cenas formales, por su larga trayectoria en esos menesteres. El trabajo artístico del jardinero Marquitos hacía famoso el jardín de la residencia de México, con su estupenda vista al mar, desde aquel hermoso acantilado.


La enfermedad de mi hijo Luis Edgardo.

Como al año y medio de haber llegado Luis Edgardo tuvo una apendicitis que se le transformó en peritonitis y tuvo que ser operado en esos días dos veces. Vivimos entonces momentos muy negros e inciertos que hasta hoy nos duele el corazón recordarlos.


Afortunadamente, salimos victoriosos de aquel, quizás, error médico por no haber verificado todo su intestino, en la primera operación y no haber detectado oportunamente un divertículo infectado y profundamente doloroso. Hubo que hacer una segunda operación siete días después de la primera porque no había mejoría. En esta ocasión sus médicos; más la asesoría de un internista chino, lograron encontrar el por qué del incremento de ese dolor cuando el apéndice ya había sido extraído. A partir de esta intervención todo fue hacia adelante día con día. Esta pesadilla la vivimos 21 días confinados en el hospital. 


Mi papá -que también era médico- y mi tío Rafael médico internista, estuvieron guiándonos telefónicamente y aprobando todo lo que decidían los médicos peruanos. Nunca perdimos la fe; tampoco llegamos a sentirnos solos. La solidaridad de nuestros amigos peruanos llegó al máximo. Hubo un momento de la crisis en que tuvimos la compañía de 43 amigos esperando con nosotros el resultado de la segunda operación. Gracia a Dios Luis Edgardo no ha vuelto a padecer de aquel mal.

El difícil inicio de llegar a conocer el quién es quién de la política peruana

En ese tiempo, la política peruana era vibrante en democracia, conocimos a muchos de los protagonistas, vinieron a la casa la mayoría de los políticos de la época. Las similitudes culturales que tenemos con el Perú nos aproximaban mucho a sus costumbres y visión. 


Un grupo de peruanos aficionados a la Fiesta Brava (la de Toros) nos invitaba durante toda la temporada a la Plaza de Acho y domingo a domingo disfrutábamos de sus grandes corridas. Terminando nos íbamos a la casa de alguno de los miembros del grupo a comentar la corrida, platicar con los toreros y a disfrutar del ambiente generado por el gusto a la Fiesta Brava, tan común en México y Perú.


Yo desde niña compartí con mi papá esta afición; así es que disfruté como nadie aquellas tardes. En una de las temporadas que ahí vivimos le tocó a mi papá acompañarnos a las corridas de toros que tanto le gustaban. También mi hijo Luis Edgardo nos acompañaba porque heredó la afición de su abuelo.


En ese grupo nos allegamos mucho a un gran político peruano: a don Alfonso Barrantes (el frejolito) primer alcalde socialista de Lima. Lo conocimos muy recientemente llegados por amigos comunes, el Dr. Benítez y su esposa Licha Palacios, contadora de la Embajada, quienes nos lo presentaron. El Dr. Barrantes era un político de Izquierda Unida muy conocedor de la historia peruana y un apasionado de la política. Edgardo y yo disfrutábamos enormemente sus pláticas y su experiencia como preso político. Aprendimos  de él conceptos muy valiosos. Durante nuestra estancia en Lima fue un amigo de México, siempre presente. 


Nuestra estancia en Perú duró 4 años, lo que nos permitió conocer políticos, intelectuales y artistas. Así también amigos y vecinos barranquinos entrañables, como Ana Maria y Gonzalo Gallo, Charito y Rubén Sánchez, don Estuardo Nuñez, miembro de la Real Academia de la Lengua, la periodista Elvira Gálvez y tantos y tantos más. En el Parque del Amor de Miraflores grabó el famoso escultor peruano Victor Delfín  nuestros nombres y hoy día cuando nuestros amigos viajan a Lima nos envían fotos de esa banca que frente al mar nos recuerda tal y como nosotros a esa bella e inolvidable Lima.


Conocimos a personajes de la historia peruana como al expresidente Fernando Belaúnde Terri, a quien encontrábamos en el supermercado y,  muy afectuoso me decía: Por favor dele las gracias al embajador por las revistas (Vuelta) que me ha mandado. Era un gran amigo y admirador de México y de Octavio Paz. Estuvo varias veces en eventos culturales y sociales en la residencia de México.


Cómo olvidar aquellos encuentros con la poetisa Blanca Varela, representante en Lima del Fondo de Cultura Económica de México; a Fernando de Szyszlo el famoso pintor, Antonio Cisneros el poeta, al periodista Mirko Lauer, a Gustavo Gutiérrez el gran filósofo de la teología de la Liberación que transformó a la iglesia católica latinoamericana del siglo XX; aquellas noches en las peñas escuchando el cajón y la flauta. Disfrutando esa música melodiosa llena de amor y sentimiento. Recordando a Chabuca Granda y disfrutando la Muñeca Rota de Serafina Quinteras, y todos aquellos amigos que nos acompañaban: Las limeñitas, Amador Arnez, Cecilia Barraza, Eva Ayllón, Arturo Zambo Cavero, Alicia Maguiña y Abelardo Vázquez, todos aquellos que nunca dejaron morir la música criolla peruana a pesar de las crisis económico-políticas.El triste final de la democracia peruana


Cuando el presidente Fujimori anunció su visita de Estado a México, le ofrecimos una cena en la residencia, a la que asistió con una buena parte de su gabinete. Experiencia inédita ya que era un presidente diferente, con ideas nuevas que venía a instrumentar nuevos enfoques para sacar adelante al Perú desarticulado  que había dejado Alan García y sus devaluaciones y carencias. Al principio de su mandato, el Presidente Fujimori puso mucho ingenio y pidió ayuda para enderezar la crisis económica que vivía el país. México se la prestó. Edgardo trajo dos expertos del Banco de México para asesorarlo en política monetaria; a un experto para capacitar a miembros del gabinete en el proceso de privatización de bienes del Estado. Propiciamos también, el intercambio de experiencias entre los artesanos peruanos de Chulucanas y los artesanos de Oaxaca.


Fue verdaderamente lamentable que el presidente democrático hubiese optado después de tanta asesoría y respaldo técnicos de los gobiernos amigos, por un Golpe de Estado y el rompimiento constitucional. Quedamos verdaderamente atónitos ante tales circunstancias. Pasamos a la militarización del país. Al toque de queda diario. A salir a eventos oficiales con una bandera blanca en el techo de los automóviles de la Embajada. 


 Previo a ello, habíamos llevado grandes exposiciones mexicanas al Perú. Por ejemplo, la del ceramista Gorki González, cuya exposición monumental albergó el propio Museo de la Nación; o los altares de muertos en instituciones culturales peruanas de gran prestigio.  También arqueólogos mexicanos llegaron para asesorar en las excavaciones arqueológicas del Señor de Sipam.


La fiesta nacional de septiembre de 1993 cerró con broche de oro nuestra estancia en Lima. Convocamos a la comunidad mexicana  a una Estampa Folklórica. Con un guión sobre cantos a la Revolución de 1910 y escenas con ropa campirana, sarapes, sombreros caporales, rebozos y cananas. Logramos una actuación espectacular. 


Nuestro gran amigo el embajador del Uruguay dijo ¨es que México puede transportar un grupo de artistas profesionales como éste que nos ha amenizado con su colorido folclor¨ . Eso era para todo el grupo el mejor de los elogios, puesto que los danzantes  eran de la comunidad mexicana que habían dado lo mejor de sí mismos en el espectáculo. Así de profesional podía ser nuestra comunidad mexicana en Lima. 


Fueron años de retos, alegrías, solidaridad, empatía, y de un gran aprendizaje para nosotros como familia. Nos sentimos útiles, nos interesamos en la increíble historia de El perú. Nos sentimos hermanados con un pueblo tan afín a nosotros; pero con una personalidad propia por su cultura milenaria y profundamente atractiva. 


Recordamos la firmeza cultural del personal doméstico que era básicamente quechua hablante. Nunca entendíamos una palabra, pero respetuosamente disfrutábamos oírlos hablar durante sus comidas en su propio y milenario idioma del cual se sentían tan orgullosos. Para nosotros era un privilegio compartir nuestra vida con gente tan honesta y solidaria como fueron ellos.


Recuerdo su frase más común cuando le llamábamos por teléfono o llegábamos de alguna recepción o visita oficial al preguntarle Don Sigi, ¿Cómo va todo? Muy ceremonioso respondía: Sin novedad en el frente. Esa frase hablaba de su disciplina y su atención total al trabajo que desempeñaba. Quiso mucho a Fernanda y a Luis E, a quien llamaba Luchito apodo que se usa en Lima para los Luises.










Comentarios

  1. marinacastillo99@gmail.com 12 de Mayo de 2020 a las 10:02

    Hay Señora Lili, no se imagina cuan feliz e sido leyendo su columna. El poder recordar tantas vivencias junto a ustedes, años maravillosos de mucho aprendizaje, cariño y respeto, gracias por acordarse de está su humilde servidora, usted sabe que toda mi familia los queremos y recordamos con cariño,saludos para nuestro querido Embajador.

  2. Desiree Pingree 12 de Mayo de 2020 a las 10:21

    Menha hecho añorar los tiempo en Barranco y en el malecón y lo hermoso que la pasabanos. Gracias por su cariño siempre la recordamos con mucho amor.

  3. Mauricio Manrique 13 de Mayo de 2020 a las 01:03

    Señora Lili.. ha sido muy lindo y didáctico el leer sus memorias acerca de lima.. fueron años dentro de toda la coyuntura; muy especiales para todos los que lo vivimos con uds; a travez de la amistad con sus hijos o directamente con ud y el Sr. Edgardo... los queremos y recordamos siempre con mucho cariño. Un abrazo grande a la distancia. Mauricio.

  4. Cecilia Castro 13 de Mayo de 2020 a las 03:07

    Señora Lili...Gracias por compartir estas historias, recuerdo cuando ustedes me contaban sus vivencias y todo el carino y respeto que le tenían a mi querido Peru y su gente. Doy gracias a Dios de ponerlos en mi camino y compartir diferentes historias, en su estadía en Beirut nunca olvidare sus enseñanzas y apoyo incondicional, ruego al todopoderoso los proteja y bendiga siempre. Ustedes son una inspiración,no solo para y para todos los que los conocemos. Un abrazo grande Cecilia

  5. Olga Aguirre 14 de Mayo de 2020 a las 01:35

    Me ha hecho viajar con su narrativa, al leerlo es increíble como puede transmitirnos sensaciones vividas hace más de 30 años como ! Gracias por compartir su diario con nosotros. La frase célebre tiene todo sentido en su historia : Recordar es volver a vivir y yo agregaría que el compartir esas vivencias es llevar a la gente a mirar desde una ventana del tiempo esas vivencias juntos

  6. Charo Sanchez 22 de Junio de 2020 a las 10:46

    Querida Lili me encanta la forma en que nos cuentas la historia .. a pesar que la época era difícil me transporte a Barranco en los días que nuestros niños se conocieron .. tantos momentos felices los llevo en mi corazón .. ojalá la vida nos vuelva a reunir. Un abrazo.

  7. Alma Rosa Rodriguez Rojo 15 de Enero de 2021 a las 06:54

    Lili. La lectura de sus experiencias como diplomaticos reflejan una serie de experiencias muy interesantes. Me cautiban tus anecdotas. Felicidades por tu capacidad de compartir tus vivencias.

  8. Alma Rosa Rodriguez Rojo 15 de Enero de 2021 a las 06:54

    Lili. La lectura de sus experiencias como diplomaticos reflejan una serie de experiencias muy interesantes. Me cautiban tus anecdotas. Felicidades por tu capacidad de compartir tus vivencias.

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